Ayer se despachó a gusto. Si hacemos memoria, se arriesgó a echar un pulso a Esperanza Aguirre hace un par de años cuando el PP de Madrid preparaba el Congreso para renovar su dirección y elegir a la persona que guiaría la nave en los próximos años.
Por aquel entonces, se ofreció como una alternativa a Aguirre, anticipando el enfrentamiento entre "duros" y "blandos" que está sirviendo de preámbulo al Congreso nacional del PP de junio de 2008.
Dos años atrás, la osadía de Cobo, mano derecha de Gallardón, representante del sector menos derechista, le pasó una pesada factura, de la que ahora se toma cumplida venganza. En aquella ocasión, le partieron la cara, hasta el punto de tener que escenificar en público el reconocimiento, por un lado, de que había tomado una decisión equivocada, y por otro lado, de que Esperanza Aguirre dominaba con mano de hierro el PP en Madrid.
Pese a la humillación, Cobo, con todas las de perder de antemano, tuvo el valor de dar un paso adelante, de ofrecerse como una alternativa a Aguirre. Y ahora afirma que la táctica de Aguirre únicamente buscaba el desgaste de Rajoy.
No se puede decir lo mismo, en cambio, de esa supuesta alternativa "dura" al reblandecido Rajoy y a la cuadrilla de jovenes advenedizos que se colocan (en términos hípicos, ojo) para la sucesión.
No se puede decir lo mismo de ese grupito "crítico" que en estas semanas se han dedicado a agitar el seno del PP, a sacar a parte de su militancia a la calle para insultar al contrario, a poner en duda la autoridad de un líder que se tambalea.
No se puede hablar de valentía y de lealtad cuando miramos la táctica del amague, de la insidia, de la duda, de la deslegitimación, de la sospecha que gente como Costa, Aguirre o Arístegui han sembrado en torno a Rajoy.
Han jugado al desgaste, con trampas; golpeando y tapándose; atacando y escondiéndose (de nota la actitud de Aguirre, quien sin apoyos en su partido, ahora se esconde tras "su segundo", el neocon Ignacio González, para seguir increpando).
Han jugado sin atraverse a dar un paso adelante. Sin asumir los riesgos de salir de la sombra. Sin poner cara a ese discurso agresivo y neocon al que pone voz COPE y El Mundo. Esta actitud, este comportamiento tiene un nombre: cobardía. La cobardía de los que no asumen el riesgo de quedarse fuera definitivamente en la carrera sucesoria.
(y todavía Costa tiene el valor, después de este juego infame, de este comportamiento desleal y cobarde, de decir que hace falta más democracia y debate en el seno del PP...) Vivir para ver.
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