martes, 10 de junio de 2008

En el filo de la navaja

Tal vez algo tenga que ver con lo generacional, con aquel tiempo pretérito de las guerras y post-guerras. De la Civil española y de la II Guerra Mundial.

Entre las personas más mayores de mi entorno más próximo era bastante común disponer de una cierta reserva "por lo que pudiera ocurrir"; para eso que ahora decimos "por si acaso". Al fondo, en la amplia y vieja casa de mi abuela todavía recuerdo una oscura despensa donde se podrían encontrar diferentes conservas, aceite, leche y otros productos básicos de consumo.

Algo similar lo he visto posteriormente, en personas próximas a los 60 años: bebidas, congelados, latas diversas (espárragos, alcachofas, pimientos...). Y por supuesto, el frigorífico siempre lleno de mi madre, los arcones rebosantes de mis tíos...

Ya lo dicen quienes saben de esto, en el corazón de la sociedad de consumo se vive al día, sin una previsión definida, en la pura inmediatez. Así me imagino yo que se debe interpretar al (ahora) famoso joven (soltero y comercial inmobiliario) que sortea una vivienda por la que pagaba ¡1600 euros al mes!

Y así, digo, me imagino los motivos por los que un día después de que se iniciará la huelga de transportistas, asisto perplejo a importantes colas en varias gasolineras por las que pasé ayer, cuando en torno a las 12 de la noche regresaba a mi casa. Gente que vive al día, con el deposito permanentemente en la reserva, en el filo de la navaja.

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