Hoy me daré un respiro. Aparco el recurrente tema de la política. Y tampoco voy a hablar de deporte (aunque cuando hablamos de deporte, normalmente sólo estamos hablando de fútbol).
Hoy hablaré sobre Rock in Río.
Sí, ese Festival que se afirma ser ecologista y defender el medio ambiente, pero tiene una pista de nieve artificial funcionando a más de 40 grados al sol.
Sí, ese Festival al que asistirán 100.000 personas al día, pero al que ayer, el día de su inauguración, sólo asistieron 40.000 (según El País); muchas de ellas con invitación.
Sí, ese Festival que en época de crisis paga 1 millón de euros a un viejo hippie anti-bush y medio millón a una joven que en sus últimos conciertos parece haber actuado drogada y ébria.
Sí, ese "Festival pijo", como dice un amigo mío, que tiene miles de metros de césped artificial, cuando lo normal es la arena y el barro; que tiene una llamativa zona y aparcamiento VIP, cuando lo habitual es que no haya “clases”, que servirá un magnífico catering, cuando lo frecuente es el bocata y el botellón; que tiene un buen puñado de tiendas de moda, cuando lo normal son los puestos con merchandising de los grupos, tatoos, piercing…
Llora Woodstock, Reading, Glastonbury…
sábado, 28 de junio de 2008
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