lunes, 1 de febrero de 2010

Hijo de puta

La capacidad de sorprender de Esperanza Aguirre resulta inagotable. Quienes la seguimos, conocemos de sus aventuras, deslices, dimes y diretes desde que fue Ministra de Cultura allá por tiempos del primer Aznar solemos equivocarnos cuando creemos que tras el triple mortal con tirabuzón no habrá nada más.

Podría pensarse que los años, la experiencia y las responsabilidades deberían haberla enseñado a taparse, y sin embargo, ejerce de quien se cree por encima del bien y del mal; una idea cada vez más asentada en la pura realidad, pues la mayor parte de sus meteduras de pata y de sus salidas del tiesto, suelen cerrarse con el silencio o con la disculpa, matización o aclaración de quienes en su partido están por encima de ella.

Ya nadie se atreve a enmendar a Aguirre: ahora digo que Cobo no debe ir en las listas, ahora te espío, ahora te llamo hijo de puta.

Aguirre lo decía no hace mucho: "yo sí que soy una nota suelta". Toda la razón tenía.

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