jueves, 25 de febrero de 2010

Beber, conducir, (no) dimitir

Pues sí señores, el presidente de las Nuevas Generaciones, ese jovenzuelo con pinta de pijo rebelde que se declara revolucionario, se nos casa.

Y como todo hijo de vecino, sus amigotes y familiares le montan una despedida, imagino que a todo trapo, con putas, cocaina, y sobre todo, mucho, mucho alcohol.

El joven-chico-gaviota se pone hasta las cejas y sin recordar que pertenece a la Comisión de Tráfico del Congreso, decide que "controla" y pilla su coche con el que no tarda en empotrarse contra otro ser humano que ni venía de su despedida, ni iba pedo.

En un ataque de responsabilidad, eso sí, no antes de que la noticia se haga pública y salte a todos los medios, el joven-chico-gaviota decide renunciar a su puesto en la citada Comisión, todavía con la boca reseca y notables ojeras.

Por supuesto, de dejar su escaño ni hablar. ¿Por qué? Pues De Cospedal lo explica muy bien, porque el pobre chico venía de su propia despedida, que es que se nos casa, y eso le excusa.

La verdad es que el joven-chico-gaviota, todavía con la resaca encima habrá dicho a sus líderes: "mirad amigos, en el PP no dimite ni la madre que lo fundó y yo no voy a ser el primero".

Punto.

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