Por fin la Comisión de Investigación acabó como deseaban los actores principales.
Aguirre, que fue la encargada de crearla, la cierra auto-exculpándose: no hubo espionaje y si lo hubo "yo no fui".
Rajoy, que fue quien la exigió, da por bueno el cierre para no volver al enfrentamiento con el PP de Madrid: tan odiado y tan necesario. Vive en la pura paradoja.
De Cospedal, en silencio, de acuerdo con su jefe. Es la única que tiene más información; pero es de consumo interno.
A Cobo le habrán mandado callar. Y Prada se tendrá que buscar acomodo en otro sitio, porque en el PP de Madrid pasa a ser un odiado.
De González no hay nada que decir: es el segundo de la jefa y compañera de quien le espío. Su posición es la más delicada, pero callará porque su ambición está en juego.
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