domingo, 17 de enero de 2010

Sainz

Reconozco que el tipo no es santo de mi devoción. Siempre me ha parecido un poco estirado, serio y sobre todo, poco cálido y de una tranquilidad y parsimonia que me aleja de él.

Pero hay que reconocer que Carlos Sainz no sólo fue pionero en un deporte en el que España no tenía tradición alguna, como es el mundo de los rallys, sino que además, fue un pionero exitoso: dos campeonatos del mundo, algún otro sub-campeonato y un importantísimo número de victorias. Cuando dejó el mundo de los rallys, España volvió al lugar en el que había estado siempre en tal especialidad.

Y después de varios años aquí y allá, descansando, reflexionando, se plantea el reto del Dakar. El rally de los rallys. Donde por cierto, ningún español había ganado en coches nunca hasta su llegada. Cuatro participaciones y su nombre ya forma parte de los ganadores de una competición de enorme dureza.

Si me alegro por él es porque ha demostrado estar por encima de los que en lugar de reconocer su mérito, han preferido centrarse en su consabida mala suerte, en las jugarretas que el destino le ha deparado en más de una ocasión. Los que se han burlado de él, ahora tendrán que estar callados hasta mejor ocasión.

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